sábado, febrero 05, 2005

ÓSCAR AIBAR, extraño en este planeta


Klaatu Barada Nikto.



Constantino ha sido quizá el mejor contador de historias
que he conocido nunca. Sus introducciones despertaban el interés
de un muerto, sabía mantener el suspense, y sus descripciones
nunca se hacían largas o pesadas. Eran rápidas y precisas,
lo suficiente para crear el efecto deseado en cada momento
”.

La Química Del Desastre
(Óscar Aibar)



Para el que esto suscribe Platillos Volantes fue, a no dudarlo, la mejor película española de 2003 y uno de los frutos más estimulantes que ha deparado nuestra maltrecha cinematografía en los últimos tiempos.
Algo en este film secreto conecta su tono sardónico (idéntico a esa mirada inclemente, aunque finalmente comprensiva, con la que la pareja Berlanga-Azcona examinan a sus criaturas en títulos como ¡Vivan Los Novios!) con el certero retrato generacional de un tiempo en blanco y negro. Una punzante radiografía en la que nos reconocemos todos aquellos que padecimos aquella época autista.

Y es que nadie debe llamarse a engaño. Su autor ha aclarado que este segundo intento tras la fallida Atolladero no nació para especular sobre la posibilidad de vida extraterrestre, sino para cuestionar si hay vida inteligente en la Tierra.

Óscar Aibar, barcelonés de la cosecha del ’67, consigue aunar la miniatura íntima con la trascendencia del fresco social. Y el valor de su logro es sólo comparable a la indiferencia con la que este proyecto tan querido y personal fue recibido entre el público mayoritario; por lo demás inapetente ante todo aquello que exija activar los circuitos neuronales.

La pasión por contar y su reconocible estilo afloran en el resto de la producción de este genuino hombre orquesta que entre 1986 y 1994 se lanzó al ruedo narrativo como galardonado guionista de cómics (“Guiones excelentes, elipsis perfecta”, Bernardo Atxaga dixit). Algunas de sus creaciones son Nacido Salvaje (1988) y ADN (1989), junto a Fernando de Felipe; John Pájaro (1989) de Brocal; Atolladero, Texas (1990) de Miguel Ángel Martín o Los Resucitados (1992) de Víctor Barba.

Tras un par de experiencias como guionista y realizador en el campo del cortometraje -Chihuahua (1993), protagonizado por el campeón mundial de boxeo Perico Fernández, Jorge Sanz y Félix Rotaeta y Lo Que Vio El Jardinero (1993)- y firmar diversos videoclips para Loquillo y los Trogloditas, en 1995 debuta en el largometraje justamente con la accidentada adaptación a la pantalla de Atolladero, una película incomprendida y de carrera comercial funesta que sin embargo se alzará con varios premios nacionales e internacionales.

Diversos episodios para la serie de TVE Ni Contigo Ni Sin Ti, colaboraciones como guionista y realizador de programas para Canal + y TV3 y un primer volumen de relatos titulado Tu Mente Extiende Cheques Que Tu Cuerpo No Puede Pagar (Debate, 2002) completan un heterogéneo currículum que ahora tiene continuidad en una primera novela, Los Comedores De Tiza (Caballo De Troya, 2004), una pieza que opera como suma y compendio de un universo propio e intransferible. De un creador que siente predilección por sabotear nuestro entorno, urdiendo una realidad alternativa a partir de premisas sospechosamente plausibles.



DEL OFICIO Y DEL PLACER




· Antes de adentrarte en la literatura, te fogueaste como guionista de cómics, cine y televisión y tu estilo sigue siendo sintético, elíptico, muy visual. ¿Es una opción consciente o pura deformación profesional?


No lo sé, supongo que tiene algo de deformación profesional. Los cómics te obligan a ir al grano y a contar mucho en poco espacio. Es posible que empezar dedicándome a los cómics sea algo que me condicionará por el resto de mi vida. Podría ser peor, podría haber empezado haciendo fotonovelas románticas.

· ¿Qué tiene el tebeo de específico, de intransferible como formato narrativo?

Todo. Aunque quizás destacaría algo que siempre he pensado. Los tebeos desarrollan en el lector una pasión coleccionista, es decir, que tiene la posibilidad de leer las imágenes y los textos y luego volver atrás, pasando las páginas, para recordar rápidamente lo que ya ha visto. Esta posibilidad, la del coleccionista de imágenes, es exclusiva de los cómics y no existe en ningún otro medio. En literatura es difícil buscar algún párrafo que haya quedado atrás.

· ¿Cómo resulta lo de parir historias sobre el papel, sin poder recurrir al impacto visual de una viñeta o de una imagen en movimiento?


Cuando publiqué el primer libro tenía una sola obsesión: que no hubiese ni una sola ilustración, ni un dibujito, ni un icono. La palabra impresa sin más tiene también un encanto irresistible, es una puerta abierta a la más pura imaginación. El lector tiene que ponerlo todo.

· Colaboraste en las páginas de Makoki y El Víbora, que en tiempos fueron dos cabeceras míticas del undergroud patrio. ¿Cómo era la vida en la redacción de entonces?, ¿recuerdas esa época con nostalgia?

Sí, aunque básicamente publicaba en las revistas de Toutain, también lo hice en estas. Los días de cobro de El Víbora eran algo sobre lo que se deberían escribir varias novelas. La mayoría de mis compañeros de aquella época están muertos o en algún centro de desintoxicación. Era emocionante pero había que andarse con cuidado. La gente se metía de todo a lo bestia y hacía historietas en que convertían, por ejemplo, el caballo en algo divertido y mágico.
Los más jóvenes sentíamos verdadera devoción por los viejos héroes del underground como Mediavilla, Pons o Galiano. Muchos de mis compañeros de generación se dedicaron a hacerles de negros o de camellos. A cambio, sus ídolos les permitían estar a su lado y contagiarse de su maravilloso carisma y magnetismo. A la larga el trato resultó bastante descompensado.

· En un contexto diametralmente opuesto a la llamada “línea chunga” despuntaba la “línea clara” y la pujante Barcelona del diseño, que tenía su embajada en la revista Cairo y su proselitismo de la escuela franco-belga. ¿Cómo conseguiste conjugar bandos tan opuestos sin que ninguno de ellos te acusara de traición?

En Cairo, el director era un tipo absolutamente encantador, Joan Navarro. Gracias a él gran parte de nosotros tuvimos nuestras primeras oportunidades y, la verdad, era un lujo trabajar para él. Yo era guionista y no me vi obligado a decantarme claramente por ninguna de las dos tendencias, por eso tuve la suerte de colaborar en publicaciones muy distintas. Intentaba construir historias que tuvieran sentido y que se adaptaran al estilo de cada dibujante. Si uno dibujaba bien los coches, pues yo le hacía historias de coches. Ese era el secreto.
Tengo que decirte también que mis primeros intentos como dibujante lo fueron dándome a la “línea clara”, pero los resultados eran tan malos que apenas se diferenciaban de los otros estilos.

· Y luego, en una especie de dimensión aparte, florecía todo un ramillete de publicaciones de género en las que, por afinidad, imagino que debías encontrarte muy cómodo: Cimoc, Comix Internacional, Creepy, Tótem, Zona 84

¡Ah! (suspiro), los viejos tiempos de Toutain... Era un ambiente más sano que el de El Víbora pero no por ello menos apasionante. Con Toutain, que era un personaje genial y un gran romántico de los cómics, publiqué mis primeras obras “de autor”. Nos lo tomábamos muy en serio y era alucinante para nosotros poder ganarnos la vida con lo que más nos gustaba.

· En la presentación de la exposición antológica sobre la editorial Bruguera que se inauguró en Barcelona en enero, Ibáñez confesaba que en cierta época las condiciones de producción resultaban tan endiabladas que se contrató a un equipo adicional en labores de guión, dibujo, entintado… Al parecer Óscar Aibar fue uno de esos “negros” en la sombra…

Dios mío, sí. Creí que sólo lo sabía mi madre. Escribí algunas historietas de Mortadelo y Filemón. Mi especialidad eran las que protagonizaba el Profesor Bacterio. El resultado era muy malo e incomparable a los originales, pero es bonito poder decir que lo hice. Por cierto, no conservo ninguno de aquellos trabajos y daría lo que fuese por tenerlos.

· En 1994 decides abandonar la historieta. Desde entonces en este país se ha vivido de los réditos del boom que el tebeo protagonizó entre finales de los ’70 y toda la década de los años ’80, pero de eso ya no queda casi nada. ¿Cuál es tu visión sobre el panorama actual?

No dejé la historieta, ella nos dejó a nosotros. Yo fui una de las primeras ratas en abandonar el barco, pero hubo una gran cantidad de artistas con un talento inmenso que no supieron adaptarse a otros medios. Luego no he encontrado gente con ese nivel de talento en formatos supuestamente más glamurosos.
Recuerdo un salón del cómic de aquella época en que unos agentes japoneses intentaban reciclar a artistas españoles al estilo manga. Una bella ejecutiva nipona me llevó a una sala de reuniones, que habían habilitado detrás del bar, para proponerme que escribiera una historieta de 150 páginas sobre una tripulante ligera de ropa que estrellaba su nave en un planeta de dinosaurios. Yo le respondí que hasta el momento había elegido mis historias y le propuse alguna, pero no nos entendimos. Los japoneses no escuchan. Es la venganza de Hiroshima o algo así, supongo.

· En algunas de sus películas Kevin Smith ha ofrecido retratos bastante sangrantes del fanatismo que envuelve al mundo del cómic. ¿Compartes esa visión un tanto (auto)crítica?

Sí, creo que uno de los motivos por los que lo dejé era porque sólo me pedían autógrafos tipos gorditos con gafas que vivían con su madre. Me pasé al cine esperando sustituirlos por bellas señoritas, pero sigue pasando lo mismo. Es mi estigma.



ATOLLADERO, MIRANDO ATRÁS CON IRA



· Pese a cierta tradición en cuanto al género fantástico, el contar con una ciencia-ficción facturada en España ha sido un sueño irrealizable. Con ese atípico spaghetti western futurista que es Atolladero, ¿te sientes pionero de algo que sigue sin tener continuidad?


A nivel técnico era una auténtica aventura hacer aquellas cosas aquí y entonces. No había ninguna tradición en 3D, látex o planificación de efectos. En cuanto a los contenidos no sabría qué decirte. Los que han seguido esa estela han apostado por modelos narrativos más hollywodienses y blandos, que tampoco han acabado de encajar. Por lo menos aquello era canalla y arriesgado. Teníamos la sensación de hacer algo rompedor y diferente, lo cuál tampoco era muy cierto. Esa energía suplía con creces las deficiencias presupuestarias y convertía el hecho de hacer cine en una gran aventura, algo que creo debe buscar todo aquel que empieza en este medio. Ahora hablo con los nuevos directores y los encuentro demasiado sensatos. El miedo al fracaso no les deja moverse más allá del cine social y la denuncia, y eso de aventura tiene poco.

· ¿Contar con Iggy Pop como “estrella invitada” en tu debut fue una manera de satisfacer tu mitomanía? En cualquier caso, ¿cómo resultó la experiencia?

El otro día veía el documental Lost In La Mancha, sobre el rodaje accidentado de la versión del Quijote de Terry Gilliam. Pues bien, al lado del rodaje de Atolladero es un chiste de mariquitas. A nosotros los actores no se nos ponían enfermos, directamente se morían. A nosotros no nos llovía una semana en el desierto, nos llovía cuatro seguidas, etc…
A pesar de todo aquel sin fin de problemas, Iggy Pop nunca supuso uno más. Todo lo contrario, arengaba al equipo a seguir con el rodaje y colaboraba como un niño el día de la Cruz Roja. Y encima nos regaló tres canciones que Virgin nunca dejó publicar más allá de la película.
Atolladero fue masacrada en su estreno por los mismos que hoy le ponen cuatro estrellas cada vez que se pasa en televisión. Yo la volví a ver hace poco y, sí, le quitaría por los menos 20 minutos del principio, pero me sigue pareciendo un western de ciencia-ficción triste y melancólico y sobretodo muy original respecto a lo que era y es el cine español. Amor de padre, supongo.

·
¿Por qué Platillos Volantes puede encontrarse ya en DVD y Atolladero sigue resistiéndose, reafirmando su condición de film mal distribuido, errático y poco accesible?


A Atolladero le persigue una maldición faraónica. Una extraña sombra la cubre desde que nació. Se puede encontrar en vídeo en USA, Inglaterra o Australia con facilidad. Allí la pasan mucho en la televisión por cable, sin embargo aquí es imposible. Espero que esto se solucione algún día. Con la banda sonora -con dos temas increíbles cantados por Iggy Pop- pasa lo mismo.

· Siempre queda el consuelo de acabar nutriendo esa especie de cajón de sastre en el que ha acabado convirtiéndose la etiqueta “film de culto”. ¿Crees que, a fuerza de manosearla, ha acabado devaluándose y pervirtiéndose su sentido?

Creo que pasa lo contrario. Gana en interés con el tiempo por lo extraterrestre que es. Al estrenar Atolladero alguien me dijo “no es cine español, parece australiana”. Acertó, en Australia gusta mucho.



PLANETA ESPAÑA, 1972



· Tengo entendido que el insólito suceso real que acabó dando forma a Platillos Volantes ha formado parte de tu vida desde siempre…


Cuando era niño la fiebre de los platillos volantes era absolutamente delirante. Junto a mi hermano archivaba metódicamente todo lo relacionado con los casos OVNI en una carpetita con un adhesivo DIMO en la portada que decía «TOP SECRET». La ocultábamos en un lugar secreto temiendo por los Hombres de Negro. Recuerdo que todo aquello era muy excitante. Uno de los casos que archivamos era el de dos obreros que se habían suicidado apenas a 30 kilómetros de mi casa dejando una nota que decía: “los extraterrestres nos llaman, pertenecemos al infinito”. Siempre he llevado esta historia en mi corazón. Por eso hicimos la película.

·
Lo que me resulta más estimulante es que, en realidad, no se trata de una película sobre el fenómeno OVNI. Rascando sobre esa fachada, solapada, aparece una radiografía de mayor calado sobre las miserias del tardofranquismo en los ‘70…


Nunca quisimos hacer una peli de ciencia-ficción. Es una historia sobre la necesidad de ficcionar del ser humano. La ufología era una vía de escape mágica e imaginativa de una España gris y deprimente. Platillos Volantes habla de eso.

· ¿Cómo se consigue no caer en la complacencia y en la nostalgia de una época por lo demás indefendible?

No recreándote en los pantalones de campana y las patillas. Es decir, no mirando los ‘70 desde ahora sino desde entonces. Cuando era niño las patillas y los pantalones de campana no me hacían gracia porque no había otra cosa.

· ¿La película es un ajuste de cuentas con el pasado o se prolonga hasta nuestro presente más de lo que desearíamos?

Bueno, sí, hay paralelismos entre aquella España y la de ahora. Sin embargo la gente se evade ahora con cosas más tristes que la propia realidad, como por ejemplo la telebasura.

· En la película dibujas con sorna ese submundo de la ufología y del presunto estudio de los fenómenos paranormales. ¿Crees que fue un primer embrión de lo freak? ¿A dónde ha ido a parar todo ese culto que levantaba pasiones?


Efectivamente, creo que los protagonistas de Platillos Volantes son los primeros grandes frikis de nuestra historia. Pero no entendiendo la palabra friki como definición de feo o monstruoso, sino, más fiel al inglés, de inadaptado. Siento un gran respeto por los inadaptados, quizás porque yo mismo siempre me he sentido uno.

·
¿Qué había de fraude y superchería en ese mundo y cuánto de realidad y rigor científico?


La parapsicología, ufología… etc., siempre han utilizado terminología científica aunque sean disciplinas más cercanas a la charlatanería que otra cosa. Los aficionados a estos temas siempre se han (nos hemos) sentido grandes científicos con apenas media docena de estos libros en sus estanterías. Los protagonistas de Platillos Volantes se sentían así realmente y dieron la vida por tomarse al pie de la letra a grandes engañaviejas como el personaje que Leo Bassi encarna en la peli.

·
Tuviste un cómplice en la persona de Jorge Guerricaechevarría, un tipo un tanto a la sombra de Álex de la Iglesia pero que está demostrando talento para introducir de forma subrepticia el comentario social entre las costuras de la comedia vitriólica. Lo que antes llamaban “instruir deleitando”, vaya…


Supongo que uno de los puntos en común con Jorge es nuestro amor por el entretenimiento, pero no visto como algo vacío. Estoy de acuerdo en que es una característica común en sus trabajos.

· Sin duda dos de los aspectos más estimables del film son su fotografía decolorada, de tonos grisáceos, en perfecta sintonía con el tono triste y amargo de la historia, y su espléndido diseño de producción.

Intentamos cuidar al máximo todos los detalles. Los protagonistas viven en un mundo frío, casi metálico. Sin embargo cada vez que hablan de ovnis todo a su alrededor es de colores vivos y estimulantes. El operador Mario Montero lo captó a la primera y reforzamos mucho estos matices en muchas escenas.

· Atolladero y Platillos Volantes son proyectos muy personales pero con resultados desiguales. Pese a todo, ¿estás satisfecho con los resultados?, ¿se aproximan a lo que tenías en mente?

Atolladero es una película que no pude dirigir, me limité a intentar salvarla en cada plano. Aún así creo que es algo más que una película. Platillos Volantes es una obra más redonda en la que pude trabajar a mis anchas. Creo que esto se nota. De todas formas son mis hijos y los amo por igual.



VIDAS CRUZADAS



· Los relatos que conforman tu primer libro, Tu Mente Extiende Cheques Que Tu Cuerpo No Puede Pagar, son aparentemente independientes, pero en realidad están sutilmente interconectados a través de personajes y situaciones que se repiten, como un gran mosaico. ¿Por qué?


Para situarlos en un universo común que, supongo, está situado en algún lugar de mi imaginación.

· ¿Cómo debemos tomarnos estas piezas: son irrupciones de lo surreal en lo cotidiano o bien se trata de poner al descubierto la anormalidad que ocultamos en nuestra cotidianidad?

Durante tres o cuatro años de mi vida me gané la vida con un curioso oficio: cobrar por escribir y dirigir dos películas que nunca se hicieron. En este espacio de tiempo se puede decir que me dediqué de lleno al conocimiento de lo humano en sus mejores y peores exponentes. Escribí este libro al final de este periodo, sin más pretensión que hablar de una manera entretenida y no pedante de la gente que había conocido o de las cosas que me habían pasado. Muchos relatos, claro, exageran anécdotas reales. Otros sin embargo, son sólo transcripciones fieles de acontecimientos vividos.

· ¿La vida real y no la imaginación desbordada es el mejor motor de la inspiración?

Siempre he necesitado un feeling o impulso especial para ponerme a escribir una historia. Incluso cuando hacía cómics de ciencia ficción necesitaba encontrar algo que me hiciese fumar más aprisa mientras tecleaba. Antes, este impulso lo encontraba en referencias a películas o libros que me habían hecho disfrutar mucho. Ahora lo hallo en la recreación de personas o instantáneas de mi vida. Esto siempre es sólo un punto de partida, de arranque. Por sí sola, la vida de nadie no es nada, puede ser sólo parte de la materia prima que se necesita para escribir una buena historia.

· Pareces sentir una predilección especial por la intrahistoria, por la historia en minúscula. Por aquellos hechos y personajes aparentemente intrascendentes pero que se cuelan por las rendijas de la Historia con mayúsculas y acaban por trastocarla de forma radical. Como los protagonistas del relato La Química Del Desastre o Rumores.

Nunca había pensado en ello, la verdad. Es posible.

· Ignoro hasta que punto un autor puede controlar la promoción que se hace de su obra pero, ¿no te parece un poco fuera de lugar el batiburrillo de influencias que se te atribuyen en la solapa: Stevenson, Chéjov, los cómics de superhéroes, las películas de navajeros, los payasos de la tele, Almodóvar, Carver, Torrente…?

Las críticas fueron muy bien. Recuerdo que una de ellas decía “lo único malo del libro es el texto de la contraportada”. Me alegré al leer esto, porque ese texto es lo único que no escribí yo.



EL FIN DE LA HUMANIDAD (TAL Y COMO LA CONOCEMOS)



· Tu primera novela, Los Comedores De Tiza, tiene de nuevo un punto de partida original. ¿Cómo se te ocurrió?


Leyendo un artículo de una revista que hablaba de una enferma que comía tiza desde el colegio. Había confesado su filia en una página web y le habían contestado decenas de personas a las que ocurría lo mismo. Me pareció un buen punto de partida.

· La novela descubre una sociedad secreta de comedores de tiza y, en general, un insólito panorama de disfunciones alimentarias. Con semejantes elementos uno esperaría un esperpento y al final se descubre una reflexión nada complaciente y con un poso bastante amargo…

El hecho de que la gente coma cosas que no son comida me parece un síntoma muy interesante de algo, no sé muy bien qué es. El sexo y la comida se están alejando cada vez más de sus funciones naturales -la reproducción y la alimentación- y eso es algo que sin duda ha de destruirnos o llevarnos a algún lugar inimaginable. El primero que se me ocurre es la soledad. La novela habla de eso entre otras cosas.
Lo de las sociedades secretas es uno de mis temas favoritos. Se trata de una fantasía no satisfecha, y es que me encantaría pertenecer a un grupo secreto con nuestros propios ritos, etc. Lo más parecido a lo que llego es que soy socio de la Peña Barcelonista de Madrid, y quedo todos los domingos con veinte seres de lo más diverso para gritar en un cuarto. Sin duda no es lo que he soñado, pero no está mal.

·
¿Te propusiste trazar un retrato generacional?

Sí, las referencias y el mundo de la protagonista, Ana, son las propias de mi generación. Comparto con ella cosas como haber sobrevivido al boom de las drogas, la soledad como opción de vida o la falta de compromiso.

· En paralelo a la trama recoges un sinfín de anécdotas, leyendas urbanas y abundas en sucesos clínicos sorprendentes. ¿Se trata en todos los casos de documentación real?

Así es. Los síntomas que sufre Ana debidos al abuso de la tiza son los prescritos por algunos médicos que consulté. Los casos que se detallan sobre comedores de pelo, tierra, papel, goma o madera son, aunque parezca increíble, meras transcripciones de casos reales.

· Los guiños generacionales contribuyen a colorear el conjunto: las referencias a Los Chiripitiflauticos, Naranjito, la portada del disco de Burning, las películas clasificadas “S”, los pastelitos Pantera Rosa… ¿Te los planteas como recursos para suscitar cierta complicidad con el lector?

Sí, intento dejar retales de mí mismo por todas partes, algo que casi no puedo hacer en las películas. Por dar, doy hasta mi número de teléfono, que está camuflado en algún capítulo de la novela. Mientras escribo me gusta considerar al lector como un colega con el que compartes secretos, confidencias y aberraciones privadas.

· Y luego están ejemplos como esa pareja de nazis ancianos que viajan en tren: aparecen fugazmente y ya no les volveremos a ver, pero intuimos que ahí hay otra gran historia…

Una peli o un libro perfectos -espero algún día hacer alguna de las dos cosas- son aquellos en que hasta los secundarios o incluso los figurantes podrían tener una escena maravillosa si hubiese tiempo para ello. Me gusta darles alguna vez esa oportunidad sin alejarme mucho de la trama central, claro.
Los nazis como tema también me interesan mucho. Son, como dijo Spielberg, los malos ideales. Son la encarnación del mal y por eso creo que se venden tan bien los libros con una esvástica en la portada. Todos llevamos un nazi dentro... y un Teletubi bueno también.

· La novela descoloca al introducir tipos y situaciones extravagantes, decididamente risibles (como el episodio de los delfines asesinos o el personaje de Juan Bautista Amaira) que en otro contexto chirriarían pero que, por extraño que parezca, aquí encajan. Así pues, Los Comedores De Tiza es también una reflexión sobre el otro, sobre la diferencia…

Vaya, parece que realmente te ha gustado (sonrisa complaciente). Odio las historias en que todos los personajes parecen haber estudiado en la misma escuela, follado con las mismas personas y visto las mismas series de televisión. Me gusta la diversidad, porque la vida es así gracias a Dios. Sería aburridísimo que a todo el mundo le gustaran las mismas cosas, aunque a veces -Mar Adentro, Alejandro Sanz, Crónicas Marcianas…- uno llegue a pensar con preocupación que es así.

· El leit motiv que se repite en la película Terciopelo Azul –“es un mundo extraño”- creo que define a la perfección el espíritu de tu obra…

Me has pillado. Me repito a mí mismo esa frase de manera obsesiva. Creo profundamente en ello. Y el día que deje de hacerlo lo mejor será que me pegue un tiro en la cabeza, porque eso significará que nada podrá ya sorprenderme.



ORDINARIA LOCURA



· ¿Cuando vas por la calle o viajas en metro, imaginas vidas ficticias para la gente que te rodea?


A veces sí. El otro día escribí una cosa sobre un tipo que abrió delante de mí una factura de Telefónica en el metro y luego se puso a llorar. Me sentí muy identificado con él.

· En más de una ocasión me ha sorprendido la aparente normalidad con la que algunos autores constatan la muerte de la lectura y tratan de adaptar su estilo a esa nueva realidad. ¿Crees que es necesario pensar en el lector, en sus hábitos y en la forma en cómo va a recibir tu obra?

Intento escribir lo que a mí mismo me gustaría leer. Mi máxima preocupación en cada párrafo es ser un coñazo, aburrir. Releo las cosas muchas veces y se las doy al lector a cucharadas para que le entren mejor. Si la papilla es densa, además le hago el avión o payasadas para que la engulla sin darse cuenta, como si se tratara de un niño que no quiere comer.

· En nuestro país existe una fecunda tradición literaria del esperpento y del humor absurdo que enlaza a Valle-Inclán con Jardiel Poncela o la pareja Berlanga-Azcona. ¿Cuáles son tus referentes a la hora de escribir?

Lo de los referentes y todo eso va como va. Como los granos del culo, cada uno tiene los suyos. Yo intento disimularlos lo mejor que puedo. Además de los que has dicho, apunta: Edgar Neville, Álvaro de la Iglesia, Mihura o Chumi Chúmez.

·
¿Te interesa la nueva generación de literatos americanos (David Foster Wallace, Chuck Palahniuk, T. C. Boyle, Jonathan Lethem, George Saunders, David Sedaris) o los latinoamericanos (Jorge Volpi, Rodrigo Fresán, Guillermo Fadanelli…), en muchos de ellos emerge un cierto sentido pop, ¿sientes alguna afinidad?

He empezado tres libros de Foster Wallace y no he podido seguir. Me gusta una página de cada treinta y ese no es un buen promedio. No me avergüenza decir que no he leído a los otros.

·
Ya sé que la primera regla prohíbe hablar de ello pero, ¿qué te pareció El Club De La Lucha, novela y película?


Sólo he visto la peli. Cuando llevaba media hora tuve la sensación de que era la mejor película que había visto en mi vida. Al final la cosa se quedó en un aprobado justo. El primer acto es genial, pero eso sólo es un tercio de la historia. Voy a empezar la novela, con la que espero no me pase lo mismo.



MONDO BIZARRO



· Tus peculiares personajes parecen deambular en una ambigua frontera entre el anonimato, la singularidad y el auténtico frikismo. ¿Qué opinión te merece el circo mediático que de un tiempo a esta parte se está montado a costa de aupar a una fauna de tipos inclasificables?


El friki, para mí, es un personaje mítico al que tratar con admiración. Estas modas mediáticas radican su éxito en reírse del tonto del pueblo. No es lo mismo.
Tengo que decir sin embargo que soy un adicto a la colección de discos Spanish Bizarro, incluso me chupé los dos días del festival en Barcelona consiguiendo fotos junto a los Hermanos Calatrava y Chiquito. Las colgaré en mi web -cuando la tenga- junto a las que tengo con Lou Reed e Iggy Pop, por ejemplo.

· ¿Cuál es tu opinión sobre la cultura popular, sobre el modo en que contamina a la considerada “alta cultura” y como en estos tiempos ha degenerado en el culto a la llamada “cultura basura”?

Para mí, desde que empezaba, cultura popular no es un término peyorativo. Lo es todo, es la creación humana más destacable del siglo veinte, una nueva forma de adaptar el arte a la cadena de producción en serie. La mayoría de los productos paridos en este contexto son y van a ser siempre pura basura, pero las margaritas que nacen en esta basura pueden ser absolutamente gloriosas. Yo me he dedicado siempre a recoger y cultivar estas flores.

· ¿Cómo profesional del medio, ¿cómo llevas lo de la telebasura?, ¿remitirá… o irá a peor?

Para mí la tele no es otra cosa que un electrodoméstico más. Lo único que hay que esperar de una lavadora o de un microondas es que funcionen. Quien espera algo más se equivoca.

· ¿Cuáles son tus futuros proyectos? Leí algo sobre una segunda novela titulada El Puto Amo que me pareció en cierto sentido autobiográfico y también sobre la adaptación al cine de El Vendedor De Naranjas, la primera novela de Fernando Fernán Gómez…

Lo de Fernán Gómez va para largo. Es una película muy cara y habrá de esperar.
Voy a rodar este verano, Dios mediante, Bailemanía, una parodia de las pelis de baile de los ochenta (Dirty Dancing, Footloose…) pero con un tratamiento bastante original. Ahora ando ultimando el guión.
En cuanto a la siguiente novela, intentaré preparar algo a finales de año, después de la peli. Este modo de vivir que alterna la orgía -los rodajes- con la masturbación -la escritura- me estimula profundamente. Espero poder seguir permitiéndomelo.


miércoles, enero 19, 2005

Dr. ALDERETE, el profesor chiflado


¡Basta ya de pendejadas! Ya todos están a merced del...
¡DOCTOR ALDERETE!




En 1971 un objeto volante no identificado penetró en la atmósfera terrestre, sobrevolando la provincia bonaerense de Santa Cruz. Proveniente de un remoto confín de la galaxia, arribó al planeta Tierra atraído por un caótico cúmulo de extrañas ondas hertzianas -rock'n'roll lo llaman los terrícolas- y por los ecos de no menos enigmáticas imágenes catódicas que vagaban por el espacio sideral.

Amamantado por tal explosiva combinación, la simiente de aquella visita cósmica devino un bebé que con el tiempo habría de transformarse en un científico loco, armado de lápices y pinceles: ¡el Doctor Alderete!

En 1998 la criatura traslada su laboratorio a Ciudad de México y sus maquiavélicos planes de dominación mundial irradian desde las páginas de reputados magazines como Rolling Stone, el periódico mexicano Reforma, el argentino Clarín o la edición española de El País; de multinacionales discográficas como Sony; de emporios audiovisuales como MTV, Televisa y el canal Nickelodeon en Latinoamérica y Japón y de una interminable relación de sellos independientes (Munster Records), websites, fanzines underground, comics alternativos y otras publicaciones entre las que destacan Zona de Obras (donde desde 1999 ejerció como director de Zonaste!, el suplemento tebeístico de la revista), La Comictiva, Monográfico o Tiki News.

El influjo del malévolo creador argentino y su peculiar estilo retrofuturista amenaza ya a varios países del cono sur, del viejo continente, Estados Unidos, Canadá y Japón. Y muy pronto, el espacio exterior.




· Tu universo está habitado por seres extraterrestres y doctores locos; visiones de la era atómica y víctimas de la radiación; diablesas, féminas lascivas y sexo desviado; revisitaciones de los monstruos de la Universal y toda la galería de luchadores enmascarados mexicanos; tributos a la ciencia-ficción, el cine de Serie B y Z y el blaxploitation y una amalgama de guiños pop, de la cultura kustom y la tiki culture. ¿De dónde proviene todo ese caudal de imágenes psicotrónicas?

Pues me robaste la respuesta. Proviene de todo eso que mencionas, creo... Me gusta mucho el cine de los ‘50, tengo una buena colección de películas de luchadores mexicanos, y en alguna medida pasa lo mismo con todo lo demás... Soy un poco coleccionista de todas esas porquerías, sin hacerlo muy seriamente, pero sí son cosas que van llegando a mí y ahí van quedando. Desde muñecos hasta tiki mugs, pasando por vídeos, discos, postales, carteles, álbumes de cromos y un largo etc.

· ¿Se puede calificar tu estilo de retrofuturista?

Si quieres sí... No me preocupo demasiado por las definiciones...

· ¿Cuáles son tus influencias en lo visual?

Pueden ser muchas cosas, desde un cartel pintado a mano en un puesto de mariscos, un cartel de lucha libre, una etiqueta de cigarros, hasta películas, cómics, música y el trabajo de otros ilustradores.

· A menudo tus criaturas son mutantes que funden algo real y algo imaginado. ¿En qué medida tus personajes deben algo al trabajo de otros tipos interesados en la anormalidad física, como Basil Wolverton o Charles Burns?

En mucha. Aunque no creo que el interés por esas anormalidades se deba a estos autores, es algo que ahí estaba, pero sí el haber visto su trabajo me ayudó a ver ese posible camino a desarrollar.

· Tu obra seduce en un primer momento por lo formal pero, ¿qué hay del concepto?, ¿existe una idea, un discurso propio que puedes introducir de forma subrepticia?

Quiero creer que sí hay algo mas allá de lo estrictamente gráfico, y en cierta medida ahí es donde radica la diferencia de alguien que puede hacer lo mismo, pero es solo estética, maquillaje. Siempre trato de colar ese discurso propio en mis trabajos, mi forma de ver las cosas, aunque es algo que ya no analizo, simplemente sale así, y muchas veces es parte del encargo.
Me pasa muy a menudo con los discos que diseño. Muchas bandas me envían su disco para que lo escuche y vea qué se me ocurre, quieren mi visión en la portada ya de forma no tan solapada.

· ¿Tus creaciones te han acarreado problemas de censura, especialmente cuando se trata de encargos de grandes corporaciones?

Ocasionalmente sí, pero nada grave, creo. Tampoco trabajo tanto con grandes corporaciones y cuando lo hago queda clara desde el principio cierta libertad creativa que necesito para trabajar. De alguna manera ese tipo de encargos llegan porque conocieron mi trabajo antes, no porque yo lo vaya a ofrecer. Entonces me aprovecho un poco de esta situación para trabajar mas libre, en la medida de lo posible.

· Uno de los aspectos más atractivos de tu trabajo es que no se agota en la simple ilustración, sino que la tipografía que desarrollas y comercializas a través de webs como T.26 en USA o Union Fonts en Inglaterra- y otros elementos de diseño ofrecen una mejor y más intencionada visión del conjunto. ¿Contemplas tu trabajo como un todo integral?

Sí, por supuesto. De hecho no estudié ilustración como tal, mis estudios son en diseño grafico, lo que me da otras herramientas que trato de aprovechar. Obviamente todos mis trabajos tienen una fuerte presencia de la ilustración, pero en muchos casos resuelvo todo el conjunto, o trato de estar en contacto con quien lo resolverá luego para desde el principio trabajar de forma integral.

· Son numerosos los creadores visuales que muestran su fascinación por los hallazgos estéticos de la década de los ’50 y ‘60: Tim Burton, Charles Burns, Shag, Marco Almera, Jorge Naranjo... David Lynch asegura que “los ’50 siguen estando aquí”, casi como un estado de la mente. ¿A qué atribuyes esa atemporalidad?

El fin del milenio, el fin de las ideologías... no sé (risas) A ciencia cierta no se muy bien a qué se debe en especifico lo de los ’50. Esa década llegó para quedarse, pero también los ‘60, los ‘70, los ‘80, etc... O sea, no sé si se trata de algo en particular con esa década, si buscas puedes ver que hay de todo un poco...

· Tal y como andan las cosas con el Imperio, ¿crees que la influencia tan patente de la (sub)cultura USA en tu obra puede repeler a más de uno?

Puede ser, pero es algo que no me preocupa demasiado. Aprendí a entender que no todo lo que provenga de USA tiene que ser visto políticamente; es como decir que todos los españoles son igual a Aznar. Habrá quienes sí, pero también habrá muchos otros que no se sientan identificados por sus políticas. Hay que aprender a no generalizar y juzgar a miles de personas por quien es su presidente. Tengo buenos amigos en USA y muchas veces sienten vergüenza de sus líderes, igual pasa en España o Argentina o cualquier lado.

· Al margen de ilustres embajadores como Guillermo del Toro, México siempre ha irradiado como epicentro del fantástico más bizarro. Tú mismo invocas una y otra vez la figura icónica de Santo, el Enmascarado de Plata, Blue Demon y otros luchadores. ¿A qué crees que se debe ese encanto de la Serie Z azteca que parece perdurar en el tiempo?

Es algo que siempre estuvo ahí, y se mantiene muy auténtico. Cuando llegué a México hace unos seis años una de las primeras cosas que quise hacer fue ir a la Arena a ver una lucha. Ninguna de las personas que conocía había ido jamás o sabía decirme como llegar a la Arena. Ahí me entero que era considerado para la clase baja, prejuicios que yo como extranjero no tenía y no tuve ningún reparo en empezar a utilizar toda esa iconografía en mi trabajo. De alguna manera ahora se ha vuelto una moda, y me preocupa más que se vea así. Supongo que esta situación ya ha pasado en otros momentos y que las luchas seguirán estando ahí, con más o menos adeptos, porque quienes viven la lucha libre se mantienen un poco al margen de estas modas pasajeras.

· Has trabajado con sellos discográficos como el mexicano Opción Sónica. ¿Cómo te introdujiste en el circo del rock?

Es algo que me gustó de siempre. Creo que, como muchos ilustradores, soy un músico frustrado... y esta es la forma que tengo de estar cerca del rock. Te puedo asegurar que mucho mejor que cuando intenté tocar el bajo en una banda...
Mi primer trabajo serio en esto fue el primer disco de Lost Acapulco y surgió casi de casualidad, coincidió que mi primer trabajo publicado en México salió en una revista donde venía una entrevista al grupo y comentaban que estaban grabando su primer álbum, y por la entrevista pensé que se trataba de una banda que me gustaría. Sin pensarlo demasiado me puse en contacto con ellos y les mostré lo que hacia. Desde ahí que trabajo con ellos.

· En tu caso parece haber una gran complicidad entre artista y cliente. ¿las bandas que ilustras, afines a la surf music, el instro rock y el punk rock (Los Straitjackets, Lost Acapulco, La Secta, Tiki Tiki Bamboooos, The Metalunas, Mystery Machine, The Mutants, Ultra Five, Gula…) son también las que más te interesan como oyente?

Sí, de hecho con muchos tengo una relación más de amistad que de clientes, si bien en un primer momento la relación surgió sólo por el trabajo. Para mí es muy importante creer en lo que hago, por eso muchas veces mi primer acercamiento es directamente con las bandas y no con las disqueras. Si ofreciera mis servicios a las disqueras podría terminar haciendo encargos en los que no creyera y trato de evitarlo de alguna manera.

· Diste un gran paso en esa dirección al fundar el sello discográfico Isotonic Records, especializado en música surf, instro rock y rockabilly. ¿Cuáles son tus atribuciones y cómo valoras la experiencia?

Isotonic Records es un sello que llevamos adelante dos personas: el Reverendo, guitarra de Lost Acapulco, y yo, por lo cual cualquiera de los dos hacemos de todo un poco. Obviamente yo me encargo de la parte gráfica y el Reverendo de la parte técnica en lo que se refiere a la música (ecualizaciones, masterizado, etc...). Pero entre ambos definimos el concepto de cada disco, de las presentaciones, etc…. Es algo que hacemos por gusto, entonces no tenemos la presión que de sea un producto comercial, tenemos mucho cuidado en la selección de bandas y canciones, pero básicamente deben ser discos que nos guste escuchar a nosotros.

· ¿Próximos planes o lanzamientos del sello para el 2005?

Acabamos de presentar nuestro tercer disco, Instro Latin-o-Rama, que es un recopilatorio de bandas de origen latino, entre ellas algunas de España, Argentina, México, Perú, Uruguay, Chile y Brasil.
Los tres primeros discos son recopilatorios de entre 20 y 25 bandas. Estamos preparando unos títulos con menos cantidad de bandas, pero temáticos de alguna manera, que esperamos lanzar este año. La intención es hacer por lo menos un par de discos más este año, uno de música western y algún otro...

· ¿Cualquier banda puede contratar tus servicios o ha de darse cierta afinidad?

En un principio puede tratarse de cualquier banda, mejor si hay una afinidad en cuanto a la música. De no ser así trato que quede claro que seguramente mi visión para determinado disco no será la más común. Me ha pasado trabajar con alguna banda de punk, donde ellos querían lo típico: alto contraste, un poco de caos en el diseño… y lo que hice terminó siendo totalmente distinto para un disco punk. De todas formas funcionó y les gustó el arte por contraposición, creo.

· ¿Trabajas escuchando música?, ¿en qué medida resulta una fuente inspiradora?

Siempre, es una gran ayuda para la inspiración. Hay proyectos que no están relacionados con la música directamente, pero me ocupo de buscarles la banda sonora para trabajarlo mejor. Es algo que hago mucho, me empiezo a imaginar la ilustración a desarrollar y automáticamente surge una música que acompaña eso, y es lo que escucho mientras estoy trabajando en el proyecto.

· Estados Unidos vive desde hace tiempo un renacimiento del arte rock -especialmente en lo que se refiere al cartelismo- como no se había visto desde la década de los ’60. ¿Sigues de cerca esa escena?, ¿que opinas de ella y que autores te interesan?

Sí, más o menos la sigo y estoy en contacto con algunos autores. En cierta medida no deja de ser algo particular de Estados Unidos y las realidades son muy distintas en Latinoamérica. Es decir, acá no existe ese movimiento y no se podría hablar de una escena. En esa medida tampoco puedo opinar acerca de la repercusión real que tenga.
Por momentos me da la sensación que se trata de una escena de artistas gráficos, pero no sé hasta que punto hay una vinculación de las bandas y/o los lugares que pueden encargar un cartel. Por momentos pareciera que cada artista se imprime y distribuye sus propios carteles, pero desvinculados en buena medida del local o la banda... No digo que esto esté mal, pero hay un punto que no me termina de convencer...
En lo particular me gusta mucho el trabajo de los Ames Bros., Mark Pedini, Dan Grzeka, Serigrapie Popular o Michel Casarramona, por mencionar solo a algunos...

· ¿Cómo evalúas el estado del cómic en la actualidad? En nuestro país parece que al menos el interés por cierto cómic independiente y de autor se mantiene…

El cómic de autor no está en su mejor momento, es cierto. Pero creo que el error es preocuparnos demasiado por esto y que nos trabe para producir. Es algo que aprendí al haber nacido y vivido en Latinoamérica, las condiciones -para cualquier cosa- nunca son las óptimas, pero esto no debe imposibilitarnos actuar. Creo que deberíamos perder menos tiempo en ver o analizar esta o aquella crisis y ponernos a producir más. No sé si sea utópico o posible, pero lo veo como una solución...

· ¿Te interesan los comics de superhéroes?, ¿a cual de ellos aceptarías ilustrar?

La verdad, no me interesan casi nada... No creo servir para la industria del cómic de superhéroes...

· Tu estilo visual, caracterizado por las líneas claras y depuradas y los colores planos resulta perfecto para su traslación a la animación. Teniendo en cuenta tu bagaje cinematográfico imagino que la transición al Flash era toda una tentación. ¿Cómo te sientes en ese medio?, ¿qué se gana y qué se pierde en relación a las dimensiones del papel?

Nunca me gustó mucho el Flash, las pocas cosas de animación las hice más bien en After Effects, y pensando en una salida para televisión, no tanto para Internet. Me gusta mucho ver mi trabajo impreso en papel, y el trabajar para la red no es algo que me llame demasiado. Al margen del papel, a la hora de hacer una animación prefiero la televisión... Es muy interesante ver que tus personajes cobran vida, incluso la interactividad que puede existir al trabajar en Flash, pero sigo prefiriendo la interactividad de mis manos con el papel sin necesidad de otro medio electrónico...

· ¿En qué medida la democratización de las nuevas tecnologías está revolucionando el mundo de la ilustración tradicional?, ¿Internet ha acabado con la imagen romántica del joven ilustrador debutante pateando las editoriales con su portafolio bajo el brazo?

Pues para mí no tiene mucho de romántica esa escena, ¡ja! De todas formas si bien ahora es más fácil llegar a potenciales clientes lejos de tu lugar, sigue funcionando muy bien que cada tanto te vean la cara... Obviamente no siempre es posible, tengo muchos clientes que no he visto en mi vida, pero sí, la relación cambia cuando por una cosa u otra puedes encontrarte personalmente con ellos. Aunque también tiene a tu favor que hay muchos clientes que es mejor no verlos nunca... Como todo, una de cal y otra de arena...

· Formas parte destacada de toda una pujante nueva generación de ilustradores y diseñadores gráficos latinoamericanos, a menudo organizados en colectivos. Me resulta muy chocante que algunos países tan deprimidos económicamente y con graves desequilibrios sociales –es decir, con otro tipo de prioridades- estén alumbrando una estética enormemente moderna, imaginativa y sofisticada. ¿Cómo lo explicas?

Quizás me repita un poco, pero yo creo que el hecho de haber vivido siempre en Latinoamérica te marca de alguna manera. Tanto en Argentina como en México o en cualquier otro país latinoamericano estamos acostumbrados a grandes crisis económicas y sociales y de alguna manera aprendes a vivir con eso. Aprendes a que no sea una excusa para no hacer las cosas. Cuando una crisis así te golpea, aprendes a pararte y ver cómo puedes seguir haciendo lo que te apasiona en la nueva estructura que quedó. Eso hace que de alguna manera no te duermas, no te aburgueses, el mismo lugar donde vives te obliga a estar cada tanto buscando o adaptándote a nuevas formas y muchas veces es ahí donde surgen cosas interesantes.

· En los ’80 el diseño gráfico llegó para quedarse, lo cual ha alumbrado una caterva de vividores y advenedizos. ¿Detectas mucho intrusismo en tu profesión?

Si, pero supongo que es algo que siempre existió y existirá, no me detengo a preocuparme por eso, prefiero invertir ese tiempo en hacer mejor mi trabajo.

· Entre 2001 y 2002 te estableciste en España. ¿Existe mucha diferencia entre la calidad de los trabajos aquí y en otros países y la forma de trabajar?

No realmente, al menos no lo considero así. Quizás España es un mercado donde hay mas oferta y eso algunas veces se trasluce como de mejor calidad, pero no estoy del todo de acuerdo. Es claro que en algunos países los editores están mas abiertos a nuevas propuestas y eso puede marcar tendencias, pero de todas formas no creo que esté directamente relacionado con la calidad.

· Aquí tenemos ahora a un presunto ilustrador estrella como Jordi Labanda. ¿Qué opinas de los creadores que se convierten en su propia marca, es esa la aspiración de todo ilustrador?

Bueno, supongo que en algún punto es muy cómodo trabajar para ti mismo, y sí creo que de alguna manera varios aspiramos a lo mismo. A mí lo que me preocupa es que esa marca en la que te conviertas sea una marca de "ilustraciones" y no una marca de relojes o cuadernos.

· ¿Proyectos futuros?, ¿para cuando un libro que recopile tu trabajo?

Espero que el 2005 sea el año del libro. Ya estamos trabajando en ello, pero no quiero adelantar mucho por ahora...


domingo, diciembre 26, 2004

WILLY URIBE. Crónicas del salitre


El Gran Azul.



Guillermo "Willy" Uribe (Bilbao, 1965) pertenece a esa clase de tipos que forman parte del paisaje, de modo indisoluble. En cualquier competición o encuentro surfero del país pero también en una improbable playa desierta puedes tropezar con el monumental teleobjetivo de su cámara fotográfica. Un colosal archivo de proporciones oceánicas (más de 25.000 instantáneas tomadas desde que en 1984 empezó a contemplar el mundo a través de un visor) avalan su pasión.

Quizá menos pública es su faceta periodística, pues Willy compagina su entrenado ojo fotográfico con la pasión por narrar. Ahora Crónicas del Salitre (Ediciones la Circular, 2004) compila en un volumen los mejores artículos que Uribe ha escrito para un abanico de publicaciones especializadas.

El autor viaja de la Costa da Morte y el negro legado del Prestige a las costas azul turquesa de Sumatra, de las islas Canarias y Marruecos a México y Panamá, descubriéndonos lugares y personajes peculiares. Su estilo fluye con sencillez y naturalidad, desentrañando el grano de la paja de este universo, tan dado a la épica mística, que ha dado en llamarse cultura surf, la búsqueda eterna de la ola perfecta.

En sus safaris surf Willy ha descubierto que el salitre es la argamasa que mantiene cohesionada a esta raza especial de seres casi anfibios que vive por y para las olas. ¿Los últimos románticos?




Mis padres andaban preocupados porque mi mayor aspiración en la vida era ser vagabundo (aún hoy lo es), así que me convencieron para que estudiara Imagen y Sonido en FP. Fue una buena idea: conocí la fotografía y pasó a formar parte de mi vida. En 1989 monté una revista, Marejada Surf, y fracasé, trabajé nueve años como fotógrafo aéreo, volando sin parar por España y Portugal y después me dediqué de lleno a la fotografía de surf y a escribir reportajes.

· Entre pillar olas sobre una tabla o permanecer en tierra tomando fotografías, es decir, entre vivir la experiencia de forma activa o bien convertirse en testigo fotográfico surge un conflicto acompañado de una renuncia. ¿Cómo te planteas ese dilema, imagino que difícil?

No me resulta complicado, es mi profesión y me gusta. Sí hay veces en las que siento cierta envidia, cuando las condiciones de las olas son perfectas o especiales, por ejemplo. De todos modos cojo olas a menudo y no hay problema. Lo que más me satisface de sacar fotos de surf es hacerlo desde el agua. Entonces tú estás ahí dentro con la gente, haces ejercicio, te mueves, estás en el ajo, gritas cuando piensas que has pillado un buen fotograma, las pasas putas cuando te pilla una serie de olas gordas y la gozas cuando consigues una foto de un surfista dentro del tubo. Ese es un momento muy potente, estás en el centro de la naturaleza, metido en su espiral junto a un amigo, los dos ahí dentro. Puedo cerrar los ojos ahora mismo y recordar esos momentos de fuerza. Esas imágenes me acompañarán de por vida, hasta que me asalte el Alzheimer.

· Crónicas del Salitre supone una aportación algo insólita, en la medida en que todo el mundo hubiera esperado de ti un libro de fotografía, ¿no?

Números mandan. Un libro de surf con impresiones fotográficas de calidad cuesta una pasta. No era el momento, preferí sacar algo más ligero y más barato y utilizarlo como trampolín. El libro está teniendo muy buena acogida, aún distribuido por canales independientes (myself) está llegando a los medios de comunicación y la gente lo va conociendo. Crónicas del Salitre es la tarjeta de presentación para el siguiente proyecto: un libro de surf con fotos de surf y alrededor del surf .

· ¿De qué tipo de material se nutre Crónicas del Salitre?

He reunido parte de los textos de los reportajes que he publicado en los últimos cuatro años, principalmente en las revistas Surf Europe, Surfer Rule y Tres 60 y en el periódico Surf Time. El libro es fácil de leer y muy ameno. Yo no soy periodista, ni pretendo serlo, pero sí soy escritor y ejerzo. No quiero dar una visión objetiva del surf ni del mundo en que se desarrolla, aunque las situaciones sean reales están filtradas por mis ojos y descritas por mis pensamientos, cosa que aumenta en los artículos de opinión.

· Las 28 piezas del libro se dividen en cinco secciones. ¿Cuáles fueron los criterios para esta división?

Los textos ya estaban escritos, así que ellos marcaron la pauta del guión. El libro se abre con Crónicas y seguido con Opinión, son textos cortos, variados y movidos para enganchar al lector. Después vienen los Relatos (todos ellos basados en hechos reales, aunque distorsionados) y finalmente los Viajes, el cuerpo del libro. Finalmente cuatro publirreportajes de marcas comerciales surferas sirvieron para pagar la edición.

· El estilo es suelto, ligero… Relatos breves que se leen de un tirón, que captan la esencia del momento pero en los que también hay espacio para la reflexión. ¿Ese es el estilo que persigues?

Creo que escribo del mismo modo que leo. Me gusta que el ambiente se refleje a través de la acción, no quiero que nadie me describa nada, prefiero imaginarlo mediante detalles que el autor me va dando. Pinceladas que va dejando mientras los personajes se mueven y el relato avanza. Es estúpido describir la selva, todos sabemos más o menos cómo es. Lo que realmente importa es saber qué ocurre en esa selva.

· Lo que me parece más interesante son esas apariciones constantes de personajes pintorescos. ¿Qué te parece toda esa fauna colorista que envuelve a la cultura surf?, ¿es algo único?

Esa selva, el mundo, está llena de personas de todo tipo, condición, apariencia y creencia. Y el surf es un mundo en pequeñito, pero no un mundo aparte, plagado por personajes realmente interesantes. El surf es un deporte de grandes espacios y, al igual que el montañismo, el vuelo, la vela y otros, es capaz de forjar personalidades muy atractivas. Pero no es algo único, desde luego. Eso sería calzar al surfing con un regustillo de exclusividad que para nada tiene y que huele a guetto.

· ¿Hay algún tipo que te impactara de forma especial?

Viajo sobre todo para conocer gente, eso es lo mejor, si no hubiera gente ahí fuera me quedaría en casa viendo libros de paisajes. He conocido personas muy interesantes capaces de dejar su pequeño poso en ti. Sergio “El Halcón”, por ejemplo, en Lanzarote. Fue de los primeros en surfear en Canarias, vivió años en una cueva, construyó su propia casa, viajó y navegó por todo el mundo, es patrón de cabotaje, conoce al dedillo toda la costa y las olas de canarias, surfea con poderío y en estos momentos construye un velero para largarse con su mujer y su hijo a navegar los siete mares. Y lo mejor de todo: su charla, las cosas que tiene para contar y para hacerte soñar.

· ¿Crees que algunos de estos tipos son los últimos exponentes de una raza en vías de extinción?

¡Joder! ¡Para nada! El ser humano, hasta que la cague del todo, siempre tendrá espacios por explorar y describir, siempre habrá una aventura. Ya sea en un suburbio de Saigón, en una selva esquilmada de Sumatra o en las dunas de una playa gallega.

· ¿Crónicas del Salitre es un libro para iniciados o para profanos?

Es recomendable un mínimo conocimiento del asunto, pero no imprescindible. Puede que cuando hablo de un subidón, de un bajadón o de un cut-back alguien piense que se trate de una fiesta con consumo de nuevos estupefacientes, pero serán los menos. De todos modos siempre queda la opción de saltarse unos párrafos o leer en diagonal, al fin y al cabo quien hace un libro es el lector.

· Hay quien opina que tu libro desprende un cierto tono desmitificador. ¿Es así?

Es cierto. Me resisto a ver el surf como una forma de vida, prefiero verlo como un deporte apasionante y muy atractivo que se desarrolla en un medio acojonante como es el mar.

· Aparte de las publicaciones nacionales especializadas y de ocasionales volúmenes historiográficos –como la traducción española del Stoked! de Drew Kampion- no existe mucha literatura en castellano sobre el tema. ¿Es sólo el reflejo de la falta de tradición surfera del país?

Nuestras costas son buenísimas para el surf, en serio. Hace años una publicación norteamericana publicó la relación de las mejores costas mundiales para el surf y el tramo comprendido entre las Landas francesas y el norte de Portugal figuraba en sexta posición, por delante de lugares tan emblemáticos como California. Lo que ocurre es que en California llevan haciendo surf desde 1915 y aquí desde 1965. Esos cincuenta años de diferencia marcan la diferencia en todo, desde el nivel de surf hasta el número de trabajos editoriales, pasando por el número de practicantes, la calidad de los shapers (artesanos que moldean la forma de las tablas) o el número de empresas dedicadas a la fabricación o distribución de material y complementos.

· ¿Detectas un cierto auge, una cierta popularización?

Sí, el surf está subiendo en número de aficionados y se está colando cada vez más en los medios de comunicación. Hace tiempo que dejó de ser un deporte raro.

· La práctica del surf discurre entre dos polos complementarios, pero a la vez antagónicos: el eterno periplo a la búsqueda de las mejores olas –lo que tú mismo defines como “la búsqueda del placer”- y el disfrute del spot, el lugar privilegiado donde éstas se hallan. ¿A qué otorgas mayor embrujo, a la búsqueda o a la práctica en sí misma?

Buscas para surfear, surfear es el objetivo, para muchos el único. No para mí. Si me pusieran delante un par de pipas cargadas una con sólo viaje y la otra con sólo surf, me fumaría la del viaje, sin dudar, que no solo de surf vive el hombre. Eso que el surf es como una droga es una patraña, una coletilla. El viaje sí que puede llegar a ser como una droga, eso sí, te fumas una buena pipa de viaje y puede que no pares nunca.

· En el surf sucede algo parecido al circo del rock: la parte más popularizada conforma un circuito en buena medida dominado por la publicidad de grandes marcas y corporaciones. Pero, en esencia, todo se reduce a algo muy simple: un tipo enfrentado a una ola o bien a un público, ¿no?

Coño, sí que es una buena comparación. Hay una canción de Los Suaves que me enrolla a saco. Se llama Mártires del Rock and Roll y habla de que su esencia está entre la carretera y el escenario, que podrían hacer otra música y ganar más pasta, pero que ese rollo no les va y ellos siguen a lo suyo con el rockanroll y sus viejos coches, de ciudad en ciudad hasta que un accidente te quita del medio sin que las estrellas se enteren. Me gusta escucharla en mi coche cuando cojo la carretera y me largo a buscar y fotografiar olas. El surf es posible y mejor sin toda esa parafernalia que las marcas intentan hacerte ver como necesaria.

· ¿Qué banda sonora ideal imaginas para Crónicas del Salitre?

No estoy nada puesto en música, mi colección la actualizo muy de vez en cuando, pero si tuviera que elegir algunas canciones sería la de Los Suaves, el Sultans of Swing de Dire Straits, algunas de los Doors, como Land Ho!, Roadhouse Blues, Wintertime Love o las más clásicas. Y cualquiera de la Creedence Clearwater Revival, ACDC, Ramstein, Beatles, Extremoduro, Grateful Dead, Van Morrison o el Naturaleza Muerta de Fangoria... y un poco de txalaparta, mezclado con didgeridoo, eso suena brutal, te mete en el centro de la tierra.

· En el surf la mejor ola siempre es la siguiente. En el caso de la fotografía, ¿cuál es el objetivo que persigues?

No tengo otro objetivo en la vida que disfrutarla, eso incluye a la fotografía. Cuanto más disfrute con mi vida, mejor serán mis fotografías. Eso no quiere decir que viva en un mundo de placer y gozo. Para nada, con esto de la fotografía y los reportajes de surf se gana una mierda, pero estar viendo una puesta de sol sobre el Índico en una playa de la costa oeste australiana, con una birra en la mano, de charla con un tío del lugar y saber que estás trabajando vale más que una nómina segura a fin de mes.

· ¿Para cuando –esta vez sí- el primer libro fotográfico de Willy Uribe?

Espero sacarlo para dentro de un par de años. Tengo echo el guión y una maqueta y seleccionadas muchas de las diapositivas. Pero tengo que trabajar en los textos, confirmar colaboradores, pedir presupuestos y buscar la financiación. Quiero publicar un trabajo de calidad que guste tanto a los surfistas como a quienes no lo son. No será un libro excesivamente técnico, sino más enfocado al aspecto humano del surf.

· Por el momento tu página web suple esa carencia. ¿Algún proyecto en perspectiva?

Quiero cambiarla. Cambiar el diseño, dar más información con reportajes y textos, ofrecer algunas imágenes como salvapantallas, combinar las galerías en un solo apartado de lugares y sesiones, ampliar la lista de links en una especie de directorio surfero y tener actualizada una lista con todos los surfistas que están en mi archivo. El problema es que yo no tengo ni papa en diseño y creación web y estoy en las manos de un par de amigos que me lo hacen a cambio de fotos del grupo de rock en el que tocan (Noysy Nights, de Getxo) y alguna comida, pero tienen sus trabajos, sus familias y de vez en cuando se acuerdan de mí, cosa que me parece totalmente lógica.

· ¿Qué se puede contar sobre Ediciones la Circular?, ¿va a especializarse en temas surferos?

Jé, bueno, en realidad no existe, es una licencia para dar mayor empaque al libro, solo un nombre. Hace seis años edité un libro de relatos (Ciudad Bilboa) y también me inventé otra editorial, Dragarlo se llamaba. Cualquiera puede coger esos dos nombres y registrarlos ahora mismo, creo que lo importante es el contenido.

· ¿En que playa desierta desaparecerá Willy Uribe cuando llegue el momento?

Nueva York. Nunca he estado allí, pero dicen que llegas a sentirte como en un desierto. Y además tiene playas y olas ¿Quién iba a encontrarme en Nueva York?